13 enero 2013

JOHN FORD - BUCKING BROADWAY


“Rodaba tanto si llovía como si no. Él siempre estaba al pie del cañón, en todas las tomas. Le encantaba su trabajo” (Ollie, esposa de Harry Carey y amiga de John Ford)

Un jinete sobre su caballo en lo alto de un monte. Mira a la izquierda y ve venir por el valle a cuatro jinetes cabalgando por el río. Mira a la derecha y ve venir a otros cuatro jinetes cabalgando por un desfiladero. Al final, los dos grupos se juntan con el primer jinete. Si yo les preguntara quien rodó esa escena, entre unos pocos directores, casi seguro que me contestarían: “John Ford”. Pues no, fue Jack Ford, nacido como John Martin Aloysius Feeney, más conocido como Jack Feeney, o entre los amigos del instituto como “Toro” Feeney, estrella de fútbol americano de los Pórtland High Bulldogs en su ciudad natal, y que más tarde adoptaría el nombre que se ha hecho mítico en el mundo del cine: John Ford. En 1917 rodó siete películas con Harry Carey como protagonista, cinco largometrajes y dos cortos, con un sueldo de 35 dólares a la semana, mientras el protagonista cobraba 150. Durante todos estos años Ford trabajó con conciencia de que las películas que hacía eran básicamente obra de él mismo, y por eso realizaba la mayoría de las veces una sola toma para que después, en los estudios, se vieran obligados a montar las películas como él las había concebido. Esta es, sin duda, una de esas obras suyas de experimentación, y prueba de ello es que abandona los paisajes del oeste, deja los “saloones”, y traslada buena parte de la acción a los salones y terrazas de un gran hotel en Nueva York. Experimenta hasta llegar a introducir una escena de los amigos del protagonista galopando por el centro de Nueva York (en realidad esta escena fue rodada en el centro de Los Ángeles). En general John Ford es conocido por su introspección humana en el mundo del oeste, pero tiene siempre ciertos golpes de humor con sus personajes, y buena muestra de ello es la escena de “Bucking Broadway” en la que Cheyenne Harry, el protagonista, es pillado por una vieja puritana cambiándose los pantalones detrás de un mostrador. Por lo demás, no faltan escenas de rodeo y la que podría ser su firma: el encuadre de un personaje en una puerta con un paisaje exterior.

3 comentarios:

FATHER_CAPRIO dijo...

No lo tuvo facil, pero Ford tenía las ideas claras y sabía lo que quería y a donde quería llegar. Vivía por y para el cine. El western fue su terreno natural pero su genio se extendió a otros géneros.
La fotografía con que ilustras el post es excelente.
Saludos

Anónimo dijo...

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Me está costando mucho conseguir la filmografía de Ford pero voy a intentar seguirte aunque sea con retraso. He visto una versión de esta película coloreada en sepia y en azul. Desde luego ver a los jinetes por una gran ciudad es una pasada y me lo imagino para los espectadores de aquellos años.